El retrato en localización


Espacios para el retrato

Hay dos espacios para desarrollar el retrato, el estudio y la localización. Entendemos por tanto como localización todo lugar que no sea el estudio. Un lugar en el que aprovechamos el entorno que le es propio para acompañar y desarrollar nuestro retrato. Hay dos actitudes con la luz de la localización que son, emplearla tal cual o adaptarla a lo que queremos. Lo que no podemos hacer en una localización es cerrar las ventanas, apagar las luces, poner un fondo y encender nuestros flashes. Porque de hacer eso estaríamos convirtiendo la localización en estudio.

Hay dos tipos de localización, el exterior y el interior. Las diferencias entre uno y otro tienen más que ver con la producción de la sesión que con su realización. Diferenciar ambos por el tipo de luz es quedarnos a medias. Un exterior día está iluminado por la luz natural pero un exterior de noche puede ser tanto una escena a la luz de la luna -si, puede fotografiarse un retrato solo con la luz de la luna- como con farolas.

Cuando decimos que la diferencia atañe más a la producción nos referimos a que en exterior dependemos del estado del tiempo, del público que pueda congregarse a nuestro alrededor, del tráfico... mientras que un interior suele ser más íntimo, más constante en su condiciones, da más oportunidades para organizar la sesión. Aunque claro, siempre podemos elegir como exterior la parcela tranquila de un amigo o para interior el bullicio incontrolable del hall de un hotel...

En lo que concierne a nuestra obra vamos a entender por exterior la calle y por interior la casa. Lo importante del retrato en localización es la necesidad de emplear la luz propia del lugar para realizar nuestro trabajo. Luz que no siempre será la más idónea y que podremos aprovechar tal cual o modificar para acercarla a lo que necesitamos o queremos.


El espacio

El retrato en localización plantea dos problemas con la cámara: es un retrato, pero un retrato dentro de un espacio. Una figura en un ambiente. Un retrato en localización es retrato y es arquitectura. Por tanto hay que cuidar no solo el tiro para la persona sino además el fondo sobre el que se ubica y los primeros términos que podamos emplear.

Al mirar por tu cámara divides el espacio de la escena en tres regiones. Aquella que ves desde tu visor y que entra en plano. Aquella que rodea a esta primera y que entrará en plano a poco que modifiques tu posición y por último aquella otra que no tienes ninguna intención de sacar en tus fotos. Son el espacio en cuadro, el espacio posible y el espacio rechazado. Al final solo querrás una foto, pero tirarás bastantes más -las fotos no se hacen, las fotos, se tiran- por lo que conviene tener en cuenta esta región intermedia para iluminarla y adecentarla en el sentido que necesitemos por si acaso decides moverte un poco más a la izquierda y meter en cuadro algo que antes no estaba. Recuerda que hay un efecto del objetivo, que no aparece en una foto aislada pero que puede observarse en una secuencia -y que de hecho es un problema en cine- denominado respiración del objetivo y que consiste en que al cambiar el enfoque el encuadre se modifica ligeramente. Esto no debería suceder si el enfoque mantuviera el punto nodal posterior del objetivo en el mismo sitio, pero las cámaras de cuerpo rígido que empleamos mueven este punto nodal al enfocar, por lo que cambia el punto de vista dejando caer algo más, o menos, del campo dentro del cuadro.


Interacción figura entorno

Al mirar por la cámara, en una localización, tenemos una figura enmarcada dentro de una serie de elementos arquitectónicos y paisajísticos. Estos elementos pueden interactuar con la figura o ser independientes de ella. En el retrato clásico tratamos de centrar la atención en la persona, por lo que tratamos de evitar cualquier elemento que pueda distraer esta atención. En un estilo de retrato de reportaje podemos trabajar una interacción entre la figura y su entorno de manera que centremos la atención no tanto en la mirada de la persona como en el acto que realiza. Pero debemos tener la precaución de que el acto que realiza la modelo no prime sobre su identificación porque entonces no estaríamos haciendo un retrato sino una fotografía de género. Es decir, fotografía de persona desconocida que hace algo interesante. Aunque donde dice «desconocida» deberíamos leer «cualquiera».

También hay que evitar que el entorne fagocite a la persona, porque entonces tampoco estaríamos haciendo un retrato, sino un paisaje con figura.


La atención

La atención se dirige mediante dos mecanismos diferentes. Por un lado hay una reacción natural, podríamos decir que fisiológica consistente en que nuestro sistema de visión tiende a buscar lo blanco para establecer una referencia. Por otro lado nuestra educación, nuestros gustos, nuestros intereses hacen que el ojo se centre en un motivo que varía de un espectador a otro.


Elección de la posición para fotografiar un retrato

La escena: alguien se te acerca y te pide una foto ¿Levantas la cámara y disparas? No, primero buscas una buena luz. Una buena luz no es donde más fuerte de, sino donde estés más conforme con el resultado, tu foto.

Primero mira la escena. A menudo buscar el sitio se limita a encontrar un fondo que no sea descaradamente feo. El fondo bonito de paisaje detrás de la ventana nos impone una figura a contraluz con el rostro iluminado por los feos fluorescentes de la sala. El fondo será muy mono pero el frente es penoso.

Localiza una luz que produzca un claroscuro atractivo. Las ventanas, laterales y frontales a la figura, son la mejor opción que solo queda relegada por un buen portal con bastante cielo. Si colocas la figura bajo el portal o junto a la ventana examina tres cosas: el contraste de iluminación, el nivel de iluminación y el modelado vertical horizontal. Saca tu fotómetro incidente, ponle la calota y apunta hacia fuera y mide la luz incidente. Ahora sin desplazar el fotómetro giralo para que la calota apunta hacia adentro, a 180 grados de la medida anterior. Ya tienes el contraste, ahora mide en dirección a la cámara, Si has elegido luz lateral entonces gira la calota hacia la posición en la que quedaría la cámara, a 90º de las posiciones anteriores. Ese sería el diafragma de trabajo del que partirías para determinar el diafragma que de verdad vas a emplear y que determinará la posición de las luces y las sombras en la foto.

Ahora mide con la calota hacia arriba y hacia abajo. Este es el factor de modelado vertical/horizontal. Muevete a lo largo del dintel hasta que este modelado esté entre dos tercios de paso y paso y medio. Una vez localizada esa posición, que es donde obtienes el mejor modelado, mide el contraste de nuevo. Una posibilidad consiste en moverte hacia dentro, alejándote del dintel hasta que el contraste sea el que buscabas. Aunque quizá no lo sea el nivel.

En definitiva son tres las cosas que debes buscar, por su importancia: Un buen modelado, un contraste adecuado y un nivel de luz suficiente para exponer la figura.


La ventana

Por desarrollar




El flash de reportaje

Por desarrollar



Luz disponible

Por desarrollar


(c) Paco Rosso, 2012- El retrato - El retrato en localización -2/2